Nuestra Casa


Queremos contarles nuestra historia, la que comienza un lejano 3 de Noviembre de 1.895 ……
El Centro Navarro de Buenos Aires, Argentina, nació por aquel reducido grupo de navarros que, añorando el hogar lejano, le dieran vida en la tarde del 3 de Noviembre de 1895 y al que se le impusiera el nombre conforme al acta manuscrita fundacional de: «CENTRO ORFEON GAYARRE».
Su objeto: «fomentar y tener unido el espíritu de asociación, cuyo fin será cuando sus recursos se lo permitan, tener un local adecuado que ofrecer a los socios, destinado a entretenimientos propios de asociaciones cultas»

Su duración: … indefinida, mientras tenga número de socios suficientes que atiendan a su conservación.

Como toda institución naciente, los primeros pasos fueron difíciles y bien humildes. Situado primero en una modesta habitación en la calle Tacuarí 472, ocho meses después se compraron los primeros muebles, (julio del 96) que ratifican su sencillez, 3 bancos largos de pino blanco, una mesa y cuatro sillas. Así comenzaba la historia de la casa que este año conmemora su 177° aniversario habidas cuentas que existieron como rezó en su acta fundacional, socios suficientes que atendieron en forma indefinida a lo largo de estos casi 117 años a su mantenimiento y conservación.

Dieciséis meses después de aquel 3 de noviembre, por acta del 14 de Marzo de 1897, se resuelve cambiar el nombre primitivo, por el actual, de «CENTRO NAVARRO», con el único fin de hacerlo mas impersonal y de carácter amplio, muy lejos de pretender afectar en absoluto la gloria de nuestro gran tenor Gayarre, al que sin duda todos estimaban por igual. Sin embargo y con un efecto no querido esto motivó una pequeña escisión, dándose de baja, algunos de los socios que se habían integrado desde su inicio.

Luego el Centro cambió de local instalándose con cierta rumbosidad en un local de la calle Victoria 1265, pasando de los modestos bancos de pino a las alfombras, espejos, arañas, confitería propia con dos billares, biblioteca y otras comodidades para sus asociados. Todo ello según consta en las memorias fue aportado íntegramente por el entonces tesorero, don Crisanto Ayanz, lo que resultó en definitiva donado a favor del Centro. Por lo demás la casa no tenía recursos suficientes para abonarlos.

Por aquellos tiempos -1897/ 1901-, el Centro alcanzó dentro de su primera etapa el mayor esplendor social, amenizada con rondalla propia, forrriada por veinte ejecutantes, durante las presidencias de don Juan J. Sanz y de don Crisanto Ayanz después, siendo indudable la gravitación de este último en la viáa social del Centro, junto con la colaboración de un grupo entusiasta de amigos entre los que se contaban Miguel A. Ochoa, don Dámaso Sagasti, don Miguel Maisterra, don Gregorio Barandalla, don Celestino Berro, el Dr. José Vidondo, don Mateo Merino y don Miguel Usaray entre otros, los que sin duda llevados por el entusiasmo y con la mejor voluntad, apelaron a la proverbial generosidad del Sr. Ayanz. Sin embargo por aquél entonces, cuenta la sana crítica de las memorias que, a pesar de la buena voluntad y generosidad de sus gestores no se preocuparon por afianzarlo como institución, sin poder formar un fondo de capital social, dejando de aprovechar las circunstancias favorables para arraigarlo en solar propio, por ser escaso en ese entonces el valor de la propiedad, ni gestionar la personería jurídica que le daba una responsabilidad propia. Otros hombres vinieron después a colaborar en primera filas sumándose a los anteriores, Aniceto Chasco, Juan A. Echarri, Laurencio Adot, Juan Cordeu, Juan Urroz, José Ma. Arandigoyen etc. siguiendo mas o me~ nos los mismos rumbos con una cantidad de socios que variaba entre los 150 y 200.

Los años fueron pasando y al no contar con local propio también cambiaron las direcciones del Centro Navarro, con ello se perdieron documentos y faltaron reseñas fehacientes de algunos años. El 20 de Agosto de 1919 se celebró la asamblea en la que fue elegido Presidente don Carlos Primo y con aquella comisión se procedió a la REORGANIZACIóN. Por ello, aquella Comisión Directiva de 1919/20, tendrá siempre un lugar destacado en el consenso social, porque continuó una obra social progresista, entusiasta y de gran unidad.

Ello así, aumenta nuevamente el crecimiento de socios y de recursos y se intensifica durante las presidencias de los dos hijos de Echauri – Don Martín Asiain y don Cirilo Ciordia, eficazmente secundados por su compañeros de Comisión, llegaron a batir todos los precedentes económicos de la institución.

Pudo así llegarse a cristalizar el sueño secular de contar con casa propia y en 1928 se compró el terreno de nuestra actual y definitiva sede social de la calle Moreno pagando con el aporte de los socios y los recursos existentes en los estados contables de la institución el sesenta por ciento al contado y el saldo con una hipoteca que fuera cancelada a los dos años con ahorros logrados muy afanosamente. Se satisfizo así la mayor aspiración física y patrimonial del Centro al poder contar con casa propia, aunque lo que valía era el terreno, pues la construcción y las dependencias eran muy antiguas. No obstante ello se mudaron inmediatamente al solar propio y se comenzó a trabajar sin pretender esperar otros veinte años para levantar en el terreno la nueva sede social.

Aunque el problema era realmente difícil fueron mayores las fuerzas de los socios navarros lo que llevó a el resultado de la Asamblea general extraordinaria celebrada a fines de 1932, la que designó una Comisión especial formada por los socios Eleuterio F. Beramendi, Manuel Aizcorbe, Antonio Giordia, Miguel E.Estanga y Matías García para que estudiaran las formas y posibilidades de llevar a cabo la construcción de la casa social. Este puñado de hombres se dieron por entero al cumplimiento del mandato recibido, conscientes de la gran responsabilidad que iban a contraer. Analizaron todos los factores, favorables y adversos, valoraron el capital espiritual, apreciaron la voluntad tesonera de los navarros, y poniendo toda su fe en esos factores valorados, presentaron su informe en la Asamblea General Extraordinaria del 2 de Abril de 1933 aconsejando la inmediata iniciación de las obras, lo que fue aceptado por unanimidad.

Simultáneamente en abril de 1932 el concejal del Ayuntamiento de Pamplona, Antonio Sánchez Doussinague, entregaba al Centro Navarro los documentos aduaneros para la recepción de la piedra fundamental, el escudo alegórico que hoy sigue en la fachada del edificio y una saca de tierra de Navarra, para fijar en ella la piedra fundamental.

Por fin el 7 de Mayo de 1933 se colocó la primera piedra del nuevo edificio en un solemne acto presidido por el Embajador de España en la Argentina Don Alfonso Danvila siendo padrinos por los navarros don Crisanto Ayanz, y doña Máxima E. de Iriarte, y bendecida por el Rvdo. P. Cirilo de Ibero.

El 31 de Marzo de 1934 tuvo lugar la inauguración oficial del edificio recién construido en un acto inolvidable para todos los navarros amantes de su cuna, por la numerosa y entusiasta concurrencia, bajo la presidencia de don Martín Asiain y con la asistencia de autoridades del mas alto orden nacional y representación de España en las personas de su Embajador y Cónsul General, En tales condiciones tuvimos casa propia después de 38 años y las previsiones de sus gestores se han cumplido; es la voluntad tesonera y el honor de los navarros , la que ha realizado el prodigio, todos por igual, cada uno en la medida de su capacidad, porque no se le debió nada a ningún extraño y lo que se tiene es patrimonio de todos los navarros por su propio esfuerzo. Si esto es justa satisfacción colectiva, es también ejemplo de cuanto puede la voluntad y el gran amor puesto al servicio de buenas causas. Con este esfuerzo se pretendió elevar el prestigio de la colectividad y de Navarra, punto de mira de todos los afanes de este hoy Centenario Centro Navarro.

Sin embargo con el correr de los años el Centro hubo de prever la ampliación de su casa y ello dio lugar, no sin menos esfuerzos a recaudar fondos para la compra de un terreno lindante y formando esquina con la calle Colombres, lo que se concretó en 1943, para luego volver a iniciar otra titánica obra de construcción para la cual se comenzó a gestar una nueva comisión y un nuevo bono contribución proedificio que llegó a ampliar las instalacíones al setenta por ciento mas de la propiedad preexistente.

El Centro Navarro de Buenos Aires, debía enfrentar una vez mas otra espectacular obra pero siempre con la noble intención de extender su sombra protectora mas que por su afán de alcanzar el cielo.

Desde el logro de la adquisición del terreno hasta el comienzo de las obras de ampliación, ni los integrantes del centro, sus comisiones directivas ni ningún navarro pudo pensar que pasarían otros incumplidos veintiún años. Pero la Argentina por esos entonces comenzaba a cambiar y a correr un derrotero de muchos años de intranquilidad, sumado a luchas intestinas en lo político que fueron necesariamente acompañadas por desequilibrios económicos que afectaron a la sociedad entera en todos sus estamentos.

El Centro Navarro de Buenos Aires, sin estar ajeno a estas circunstancias, con la idea puesta en su proyecto y la esperanza afuera, demoró necesariamente la iniciación de las obras, pero no desperdició en ningún momento el tiempo y con el correr de los años estuvieron siempre abocados a responder a las necesidades que surgían tanto en Argentina como en Navarra y el resto de España. De todo esto se da cuenta mas adelante.

En el orden interno en 1948 gracias al aporte de uno de los hijos de los socios fundadores don Eulogio Ayanz, se convierte en realidad otro de los sueños de la casona, al inaugurase el salón biblioteca, que está situado en la plana baja y cuyo restante mobiliario fuera donado por otro gran navarro y socio Don Modesto Sagasti. Gracias a esta bíblioteca nuestro centro pudo dar cabida al valioso acervo bibliográfico que ese mismo año donara un amigo y compatriota vasco, de la ya desaparecida revista La Baskonia, don Pedro Echeverría con un total de 71 obras en 84 volúmenes de la revista donostierra EuskalErria.

También no menos importante fue la contribución que realizara la Excma. Diputación de Navarra, con el regalo de la extraordinaria colección «Príncipe de Viana» editada por la institución del mismo nombre. Desde entonces, con el aumento de una cantidad muy significativa de libros de las que se pueden destacar en los últimos años los aportes realizados por el Gobierno de Navarra, este salón sirvió hasta el presente como lugar don-de satisfacer las necesidades culturales tantos de socios como terceros que deseen visitarlo y documentarse.
En 1951, la Comisión Directiva, como medida previsora para el futuro y con la intención de ver a nuestro Centro, cada vez mas grande, resolvió unificar las dos parcelas de las propiedades de las calles Moreno y Colombres estableciendo así una comunicación entre ambas que marcara el inicio hacia la futura ampliación. Entre los años 1960 al 64 se resolvió concentrar los esfuerzos para adquirir divisas mediante distintos bonos pro-edificio con el fin de hacer realidad la idea siempre presente de ampliar el Centro.
El año 1964 marca una fecha de las mas importantes dentro de los últimos treinta años de la historia de esta casa, haciéndose realidad el comienzo de las obras que darán por cerrada la última ampliación hasta ese entonces soñada por quienes nos precedieron para que el Centro pudiera brindar mas comodidad y cabida a los navarros y simpatizantes de sus costumbres y tradiciones.
Así fue como comenzaron las obras que contemplarían desde un subsuelo, la bajera y dos plantas superiores. La financiación fue prevista con fondos que contaba el Centro y que fue proveyendo con anterioridad con la venta de bonos proedificación con mas un crédito bancario que fue avalado en forma personal por cada uno de los miembros de la Comisión de ese entonces.

Dicha comisión consciente de la responsabilidad de esta nueva iniciativa pidió a la Honorable Asamblea el nombramiento de las comisiones una Ejecutiva y otra Consultiva, la primera encargada de todo lo concerniente a la conducción de al obra y la segun-da que ejercería la superintendencia general de los trabajos.

Concluida la misma en 1967 y cristalizados los anhelos, se contó con un Centro Navarro grande acogedor para todos los que lo queremos y respetamos.

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