Casas rurales de Navarra: tradición viva en piedra y madera
Casas rurales
Las casas expuestas fueron donadas por el Gobierno de Navarra
Archivo del Centro Navarro de Buenos Aires.
Casas rurales de Navarra: tradición viva en piedra y madera
Las casas rurales de Navarra son mucho más que construcciones funcionales: son testimonio de una forma de vida arraigada en el paisaje, la comunidad y la memoria. Erigidas con piedra local (Principalmente caliza o arenisca, utilizada en muros exteriores y cimentación), madera de roble o haya (Empleada en vigas, balcones, aleros y carpintería) y teja cerámica (En tejados inclinados, adaptados a las lluvias y nevadas frecuentes), estas viviendas reflejan la sabiduría constructiva de generaciones que supieron dialogar con el clima y el entorno.
Sus tejados inclinados, balcones floridos (De madera o hierro forjado, decorados en primavera y verano), portones de entrada (A menudo en arco de medio punto, con escudo familiar en la clave), chimenea central y fachadas sobrias se integran con naturalidad en los valles y montes navarros, desde el verdor del Baztán hasta las alturas del Roncal. En su interior, la calidez de la chimenea, los suelos de barro cocido y los muebles de roble evocan un hogar pensado para el encuentro, el descanso y la transmisión de saberes.
Muchas de estas casas han sido restauradas con respeto por su identidad original, incorporando comodidades modernas sin perder el alma rural. Algunas conservan aperos de labranza, trajes típicos o referencias a fiestas locales, convirtiéndose en espacios de interpretación cultural y afectiva.
Elegir una casa rural en Navarra es habitar la tradición, sentir el pulso de la tierra y participar de una hospitalidad que no se improvisa: se hereda, se cuida y se comparte.


Almadías
Las almadías en Navarra son balsas tradicionales construidas con troncos de madera, utilizadas históricamente para transportar la madera desde los bosques de alta montaña hasta los valles, aprovechando el cauce de los ríos pirenaicos.
La maqueta de la almadía fue donada por el Gobierno de Navarra.
Archivo del Centro Navarro de Buenos Aires.
La almadía es una balsa formada por varios tramos de maderos de idéntica longitud amarrados entre sí mediante jarcias vegetales (rama flexible de avellano, mimbre silvestre, etc.usada para atar los troncos), con remos en la punta y en la zaga cuya misión es dirigir o conducir la balsa por el cauce del río.
En los valles pirenaicos navarros, Roncal, Salazar y Aézcoa, nos encontramos que el aprovechamiento de los bosques ha sido desde tiempos inmemorables la principal fuente de ingresos y sus ríos la forma de transportar la madera hasta los lugares donde podía ser vendida para su transformación. Esta madera era transportada formando lo que llamamos ALMADÍAS.
Preparación
El trabajo de la preparación de la almadía empieza en el bosque con la tala del árbol. Batido el árbol hay que destajarlo, cortando primero las ramas que apuntan hacia arriba y después las de abajo, que ejercen de soporte.
Una vez destajado se estudian las diversas posiciones para ser tronzado o dividido correctamente en varios maderos que oscilan entre 4 y 6,40 metros.
Atendiendo a su longitud pueden denominarse como decén (de cinco varas), docén (de seis varas), catorcén (de siete varas) y secén (de ocho varas), según su longitud, una vara equivale a 0,80 metros. Los de medidas superiores se denominan aguilones (8 metros) y velas (de 8 a 12 metros).
Una vez destajado y tronzado se procede a escuadrar el tronco que debe estar bien asentado, operación nada fácil debido a la inclinación del suelo. Se marca el tronco con un cordel impregnado en carbonilla y se extiende a lo largo del tronco, en uno y otro costado; de esta forma queda preparado el tronco para ser tallado o labrado a escuadra, tarea reservada a los más expertos de la cuadrilla.
Terminada la tarea por los dos primeros lados del tronco se da la vuelta a este para repetir la misma operación por los otros dos lados.
Montaje
Para armar la almadía en el atadero, hay que taladrar los troncos en los extremos con la barrena, para así poderlos unir entre ellos por medio de jarcias vegetales, formando tramos de entre cuatro y cinco metros. Este es un trabajo delicado ya que se debe conseguir que la almadía tenga una buena estabilidad.
Una vez preparados los tramos se deslizan al río (aguada) en donde se ensamblan cuatro o cinco y hasta siete según el grosor de la madera.
Ensamblada la almadía se dota del “ropero”, lugar elevado del que se cuelga la ropa y las alforjas con viandas para que no se mojen en el recorrido por los ríos.
Transporte
Una vez preparados los troncos hay que sacarlos del bosque: bien pueden deslizarse monte abajo aprovechando la fuerza del agua de los barrancos, modalidad del barranqueo, o bien es necesario optar por una solución más lenta, la tracción por medio de machos o mulas.
Es necesario equipar a los machos con un grueso collarón de cuero del que parten unas cadenas que mediante cabos se enganchan al madero por los clavillotes o bien taladrando el tronco con una barrena y pasando un cabo por el agujero. De esta forma se traslada la madera hasta la orilla del río, hasta el atadero, lugar donde se arman las almadías.



La maqueta propiedad del Centro Navarro de Buenos Aires.
Posteado por Tomas Duran | 0 Comentarios